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Fonografía


Hasta hace poco, cuando alguien se me quedaba mirando por la calle, con mi grabadora colgando del hombro y algún o algunos micrófonos montados en una pértiga, mi justificación me bastaba: “Estoy buscando sonidos para una peli, o un corto o un documental; Llevo unos cascos enormes puestos porque soy un “profesional de la industria” de la hostia, y lo que hay en la punta del palo no es un animal muerto, no me miren raro”.

Hoy, por más sencillas las razones, se me antoja más difícil explicarme. ¿Para qué es “ésto?, ¿qué vas a hacer con ello?.

Como ser, ser, no es para nada, sino para tenerlo.

¿El ruido que hay aquí, entre el tráfico, las obras, y que estamos al lado del aeropuerto?

Bueno. Sí. No es un paisaje bucólico, pero es un paisaje actual. Un paisaje real. Y lleno de matices. Así que lo quiero. Lo quiero, lo grabo, lo escucho, lo guardo, lo publico, lo comparto. Porque me gusta como suenan las cosas, como viven en ese mundo invisible de lo acústico. Me gusta lo que puede provocar, de manera inconsciente, un sonido determinado en un momento preciso. Me gusta su fuerza emotiva, y la dificultad de capturarlo de forma correcta, para que sea comprensible, legible. Me gusta prestar atención a lo que oigo, como colocado en una partitura de armonía casi inabarcable, donde cada realidad lleva su línea impertérrita.

Si hay algo bueno que sacar de la experiencia de sentarse, ponerse unos cascos y prestar atención a la reproducción de un paisaje sonoro, es el alcanzar un estado anímico próximo al de la meditación. Y éste efecto se acentúa aún más en el caso de que estés grabando dicho paisaje sonoro. Se trata de dejar de percibir los sonidos como un indefinido batiburrillo para apreciar cada una de las fuentes sonoras por separado, cada una con su lugar y su espacio de resonancia. Es un reconocimiento del entorno en el que uno se halla. Es una aceptación del instante exacto que está sucediendo.

No es el instante en un segundo de precisión suiza. Es el tiempo que existe entre que el sonido es generado, hasta su procesamiento en la parte consciente del cerebro. Y el resto de sonidos nacidos en el impás, quedan adheridos ,ya sea física o psicológicamente hablando ,a ése primer sonido, al que contiene todo el acto, vistiéndolo, acotándolo, enmascarándolo, incluso. De ésta forma, un mismo sonido, fríamente idéntico en apariencia, es transfigurado de cada vez, haciendo imposible la existencia de dos sujetos exactamente idénticos, la repetición tediosa.

No tengo una conciencia muy clara de en qué momento empecé a prestarle la atención debida al sentido del oído. Ocurre que me pusieron gafas desde muy jovencito y enseguida, con la imaginación desbordante de los niños, empecé a tratar de desarrollar el “radar” de los ciegos. Por si acaso. Y al poco empecé a tocar en una orquesta pachanguera, así que ,para mí, usar el oído es un acto natural. Sin embargo sí que he podido observar la inmersión de otros en el mundo de lo acústico. Personas ajenas, que de repente abren los oídos y oyen tanto que se les salen los ojos de las órbitas, como si no tuviesen espacio para todo. Personas que, trastornados los procesos perceptivos habituales, oyen ,con texturas nuevas, sonidos que deberían estar diluidos en el ambiente,y sin embargo, ahí están, como al lado de la oreja. No es que se vuelva uno un mutante con superoído de repente. Es sólo la más óptima utilización de los mecanismos de audición generando una percepción sinérgicamente mayúscula.

A veces basta con hacer callar y no moverse a tu acompañante durante una grabación de 5 minutos para provocar ésa atención, ése análisis consciente de lo que está sonando.

Escuchar requiere cierto esfuerzo. Un esfuerzo que hemos olvidado, pero que forma parte de nuestros instintos más básicos. Requiere callarse y prestar atención sin medir el tiempo más que por los compases, por la respiración del mundo.

Ahora, pónganse unos buenos cascos, y presten atención:




Este reproductor no funciona corréctamente en los Iphone. Acabo de detectarlo y estoy cambiando los reproductores de todas las entradas. Pero en éste caso me llevará algo de tiempo y no dispondré de él hasta el Martes 5 de Julio.


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